El Laberinto de los hombres Tontos
Capítulo 17
La historia llega a su final
Por su parte, el "geniecillo" siguió con su oratoria "...Pues
bien, mi querido soberano, he aquí la respuesta que vuestra majestad espera. La
razón por la cual es tan fácil entrar pero muy difícil salir del laberinto se
resume en dos palabras: Imaginación y Sabiduría. Antes de entrar, todos los
sueños están flotando en el aire, los podemos respirar, los acariciamos, los
confundimos con la realidad. Todo es posible, todo está al alcance de la mano.
Pero una vez adentro del laberinto, los sueños comienzan a desvanecerse. Nos
engañamos a nosotros mismos creyendo que esos sueños son meros espejismos.
Entonces, dentro de nosotros comienza una batalla enorme, que concluye mucho
tiempo después. Esa batalla se da entre un Dragón, que representa a la
sabiduría, y un Unicornio, que representa a la imaginación. Ambos pelean con
ferocidad, y muchos años duran en combate, con el único objetivo de dominar al
ser que los contiene. Finalmente se dan cuenta que ambos deben coexistir para
mantenerse vivos. Para casi todos los que entramos, la existencia se vuelve una
lucha entre creer en los sueños o vernos dominados por la realidad. Algunos
viven en el pasado, buscando una respuesta para creer. Otros sueñan únicamente
en el futuro, sin darse cuenta que sus sueños comienzan hoy. Caminamos en
círculos, nos distraemos, nos perdemos, y jamás encontramos la salida. Es
entonces que, si encontramos la manera de hacer que dentro de nosotros tanto el
dragón como el unicornio convivan en paz, logramos encontrar la salida. Este
laberinto se llama La Madurez."
Con lágrimas en los ojos, pude entonces reconocer y comprender cuanto había
visto en aquel lugar. La escalera que ve las primeras palabras que armamos, los
peligros de encontrar las riquezas materiales y dejarnos atrapar por ellas, la
belleza que puede engañarnos, la preocupación ante el porvenir, la necedad de
aferrarse a una idea, el deseo de escapar de las responsabilidades, las palabras
que nos hacen tanto ruido que nos impiden escuchar, el pesimismo que se
contagia ante el fracaso, los recuerdos que nos pueden salvar, el buscar alivio
en la soledad y la tristeza, ver todos nuestros reflejos, los cuales dependen
de lo que queramos ver, y finalmente los atajos al triunfo que en realidad no
nos conducen a ninguna parte. Volteé hacia los espejos y me vi a mi mismo ya
con el cabello encanecido, tomando a un pequeño niño del hombro, y mostrándole
un libro. El sonreía y yo también. De nuevo regresé la mirada a la corte. El
rey aceptaba que había sido derrotado, mientras la corte aplaudía al nuevo rey.
El "geniecillo" había tardado toda la vida en descifrar el enigma.
Tanta fue su felicidad, que en ese instante su corazón dejó de latir. Todo
tenía sentido. Y en mi alma se había generado una paz como nunca antes. El
dragón y el unicornio que llevo por dentro podían convivir. El
"geniecillo" de la barba no era otro ser que mi propio abuelo,
mostrándome el camino que tanto esfuerzo le costo encontrar, creyendo siempre
en la importancia de la Sabiduría y la Imaginación. Ese día, era el día de su
muerte. Finalmente, desapareció el rey, mi abuelo, la corte y laberinto,
dejándome atrás de los matorrales donde divisé por primera vez a aquel hombre de
barbas extrañas. Pero yo no era un niño ya, más bien un hombre de edad madura.
Ya era un hombre que veía su vida pasada, para caminar hacia el futuro, con los
pies bien puestos en el presente. Hoy, con más de cincuenta años encima, me
dedico a hacer comics, y creo firmemente en el poder de la sabiduría y la
imaginación. Creo que también yo, al igual que mi abuelo, me he transformado en
un genio...
Nos convertimos en hombres tontos mientras llevamos por dentro al dragón y
al unicornio en eterna lucha