El Laberinto de los hombres Tontos
Capítulo 16
La corte del rey del Laberinto

...Entonces recordé aquel viejo libro que mi abuelo, al cual conocí muy poco, ya que murió cuando yo era muy pequeño aún, guardaba con mucho celo en su cajón particular. De vez en cuando él lo sacaba de allí, para hojearlo, meditando, siempre meditando, como si en esas páginas encontrara la respuesta a sus dilemas. Cada vez que yo me acercaba y me asomaba a su interior, para ver miles de signos extraños, él esbozaba una sonrisa y repetía "...aún no puedes comprender la magia que aquí se guarda, aún eres muy pequeño..." También una frase acompañaba al imponente símbolo del Dragón y el Unicornio, pero ella no la pude descifrar. Los recuerdos de mi abuelo y el libro se comenzaron a hacer brumosos, como si intentaran escapar de mí. Entonces seguí mi camino y deambulé de aquí para allá. ¡Esas letras, esas palabras, si tan sólo las pudiera recordar! Se que ahora comprendería, se que ahora tengo edad. Después de tanto caminar, de haber pasado por tantas y tantas puertas, creyendo que por fin me dirigía hacia algún lado, para luego darme cuenta que tan sólo me adentraba más y más en aquel laberinto, decidí sentarme a descansar, para meditar cual sería mi siguiente paso. Las ideas que generé dieron vueltas y vueltas en mi cabeza, haciéndome marear, llevándome a la desesperación. Ninguna de ella parecía tener verdad, tan sólo eran ficciones que de mi alma nacían, para hacerme creer que en realidad una salida podía encontrar. Y las letras, y el libro, y el dragón y el unicornio... ¿Cual era el significado de todo ello? Entonces, otra vez como un rumor, apareció aquel hombre que me embarcó en esta empresa. Sus largas barbas y su mirada viva me sacaron de mi ensimismamiento. "Apresúrate, que el rey dará una audiencia" me dijo, al tiempo que me tomaba del brazo. Yo lo miraba extrañado, por que incomprensible me había resultado todo cuanto había visto en este laberinto. El repetía nuevamente "¡Soy un genio! ¡Pero además seré rey!" Tras cien pasillos y otras cien puertas, llegamos por fin a las estancias del soberano. Una corte rica e inverosímil como lo era todo en el laberinto nos recibió con una gran caravana. Allí estaba el enano, la reina, el caballero, el gigante, las estatuas de arena, los espejos, las escaleras. "¡He aquí Amoz, el que reclama haber resuelto el enigma del laberinto!" se oyó de uno de los pajes. Ante la sorpresa de todos los concurrentes el inusual hombre de las barbas extrañas se adelantó para comenzar su discurso "¡Oh , gran rey de sabiduría inmensa! ¡Oh, señor de los acertijos! ¡He aquí tu siervo que ha logrado descifrar el tu afamado acertijo, el que tiene atrapados a tantos y tantos hombres dentro de este laberinto! ¡Solo yo he logrado escapar al fin, para regresar y cobrar mi recompensa! ¡Yo tengo la solución! ¡Soy un genio! y pronto seré rey..." Los cortesanos se miraron incrédulos. El rey se mantuvo impasible. Hizo un leve movimiento de ojos y se mesó los finos bigotes -Así es que has resuelto el acertijo ¿No? Pues bien, dinos a todos los presentes en que consiste la solución. Pero recuerda que si te equivocas, la filosa hacha del verdugo espera por tu cabeza. Dinos, quienes quieran salir del laberinto han de ver en una dirección , caminar en la otra, pero siempre manteniéndose en el mismo lugar ¿ Por qué, y por qué es tan fácil entrar pero muy difícil salir?- Todos conocían el acertijo menos yo. El "geniecillo" de la barba larga se preparó nuevamente, y enfáticamente habló: "El acertijo se resuelve así : Para poder salir del laberinto, debemos encontrar en nuestro pasado las armas y el conocimiento para encontrar la salida. Esa es la dirección la que hemos de mirar. Tan sólo saliendo al encuentro del futuro, con sus maravillas insospechadas, podremos llegar a la salida. Ese es la otra dirección, en la cual habremos de caminar. Pero sólo viviendo el momento presente podremos hacer ese sueño realidad. Ese instante, aquel en el que estamos viviendo, es nuestro lugar en realidad, ni en el pasado, ni en el futuro, tan sólo en el presente. " Hasta ese momento, los cortesanos se mantuvieron con los ojos abiertos de par en par, al ver que el "geniecillo" en realidad tenía una inteligencia notable, una claridad espectacular. Fue entonces que regresaron a mi mente las imágenes de mi abuelo y el libro. Las palabras que en el libro se encontraban se comenzaron a aclarar en mi memoria. Lentamente armé cada letra, para descubrir cuales eran ellas. Finalmente vi plasmada la frase: "Imaginación y Sabiduría". Volteé para ver al "geniecillo", al mismo que me había llevado hasta aquel lugar. Entonces mi mente recordó quien era él...